jueves, 25 de abril de 2013

el soplo tropical del viento

El viento, fuerza mayor que me despeina y me despierta con su ruido contra mi persiana vieja, me ha inspirado. El viento se mueve deprisa, agitado y corta con su doble filo los instantes. Su soplo viene ahora desde el sur, desde el mar mediterráneo en el que tantas veces he nadado e impregnado mi piel de salitre. La llegada del verano es inminente y por primera vez lo ansío. El invierno me ha convertido en un ermitaño de los montes de St. Just y el astro mayor me empuja a que salga de casa. Y si la fuerza de sus rayos no es suficiente ya está esa fuga de agua de mi calentador que ha convertido mi suelo en una piscina particular. No os miento si os digo que he aprovechado un poco para limpiarlo, ya de paso. Estamos de vacaciones y el ritmo de vida es ligero, atenuado y algo movido en la redes del ciberespacio




Aprovechando la visita de Salomé, amiga pirata del alma, el sello Click se encaminó hacia un nuevo viaje. Avignon, la ciudad de los papas y su puente sin terminar nos recibieron con un soplo de mistral muy agradable y una estética gótica que se hundía perfectamente en mi cappuccino con nata y chocolate. En la plaza de l'Horloge me acordé que el puente de St. Bénézet completa junto a les Arènes de Nîmes y el Château d'If el trío de monumentos que estudié en primero de bachiller. No sé porqué siento que se van cerrando ciclos en la ciudad del león y pocos se abren en un nuevo horizonte. Tal vez solo falte uno por cerrar este periodo de descanso, pero ese destino brilla con luz propia, tiene 21 barrios divididos en espiral y una casa que hace dos años me vio crecer entre apio y patatas. Si amigos, el martes vuelvo a P a r í s



Por cierto el sello C l i c k está de enhorabuena y su trabajo ya está en la red. Hay muchas espirales, retratos y delicias visuales en acero y paisajes : 


Estas últimas que aquí arriba veis son obra suya por supuesto y en ellas se aprecian en primer plano mis dos adquisiciones en el Marché de la mode vintage 2013:  una cazadora de aviador francesa en azul marino con insignia del ejército y pelo de unicornio y un collar con cabeza de león bañado en oro de las minas del Rey Salomón. 

lunes, 15 de abril de 2013

el templo



Las vibraciones orientales han encontrado un aliado en mi. La semana pasada la Universidad se puso de nuevo en contacto con sus queridos alumnos para informarnos sobre la visita a uno de los cuatro templos budistas que hay aquí en Francia, en la región de la Bourgogne du Sud. El templo de las mil y una sensaciones está aislado, en medio de un bosque, en medio de la nada. Supongo que en Occidente nadie quiere saber cosas que vayan más allá del señor y de su espíritu santo. Mi familia es muy católica, intentan ir todos los domingos a la Iglesia para escuchar la palabra. Sin embargo la última generación de nietos les ha salido un poco torcida. Ni mis hermanos ni yo damos un duro por el catolicismo; si hay que creer en algo será más trascendental y cósmico que en los edificios bonitos con frescos y curas con anillos de oro en los dedos que luchan contra la pobreza en el mundo.Vaya hipócritas. 

Pero estad tranquilos amigos religiosos, mi espada endemoniada alcanza su máximo esplendor en mis palabras pues el respeto hacia vosotros va por delante de toda opinión personal. Si tengo que creer en algo será en mi mismo. En mi existencia. Algo así como los budistas. Suena muy a postureo, esa palabrita tan de moda, pero habréis de ver que las máximas de estos practicantes son su propia tranquilidad, serenidad y conexión con el medio terrestre. Os preguntaréis que clase de hierba me estoy fumando mientras redacto estas líneas, pero os diré que ninguna pues solo remito aquí las palabras de un viejo monje amigo que amablemente nos enseñó a unos privilegiados el templo por dentro. El suelo estaba congelado, mis pies descalzos lo notaron y todo mi cuerpo se encogió con un escalofrío. No huele a incienso ni hay muñecos gordos y calvos de porcelana. Hay cruces gamadas dibujadas en algunos tapetes y esteras y creerme, ese símbolo es hindú antes que nazi. El horror y la muerte han conseguido hacer de este símbolo algo que choca a los ojos esté donde esté.


Hay tres figuras inspiradoras : el buda, su enemigo y la madre naturaleza. Todas tienen la misma importancia pues como bien nos dice mi amigo el monje, la historia solo nos la cuentan los vencedores y eso en esta creencia no nos parece justo. Este templo es una morada celestial, una morada eterna para aquellos que queráis renegar de lo clásico. Y yo como soy tan moderno me uno a ellos desde ya mismo.  Pero no os engañéis, ser moderno no es algo malo : 

"ser moderno es vivir una vida de paradojas y contradicciones. Es estar dominado por las inmensas organizaciones burocráticas que tienen el poder de controlar, y a menudo destruir, las comunidades, los colores, las vidas y, sin embargo, no vacilar en nuestra determinación de enfrentarnos a tales fuerzas (...) Es ser, a la vez, revolucionario y conservador vitales ante las nuevas posibilidades de experiencia y aventura, atemorizados ante las profundidades nihilistas a que conducen tantas aventuras modernas, ansioso por crear y asirnos a lo real aun cuando todo se desvanezca en el aire..."

Marshall Berman : 
"Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad" 
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Fotos por S E L L O    C L I C K ( Clara Martínez)






domingo, 7 de abril de 2013

Grenoble sonríe


Las ruedas metálicas del tren gritaban y lloraban mientras me decían adiós. Llegué tarde a la estación por un mísero minuto y nadie me ayudó a recomponer mi estado descafeinado. Me senté en la sala de espera de la estación al lado de un pobre vagabundo que dormía mientras los pasajeros, ajenos a su estado, bebían los primeros tés de la mañana. El inesperado ataque de epilepsia de un hombre me despierta de mi duermevela. No quiero verlo, ni oírlo. Sus convulsiones me hacen mucho daño, pues me recuerdan que mi abuelo, años atrás, hacía temblar a toda mi familia con una sola vibración nerviosa. La mente me ayuda a cambiar de plano temático y me lleva a otra sala de espera, la de mi dentista. El amargo dolor de las caries bien hundidas y asentadas en mis molares de leche me hicieron dar un vuelco a la imaginación para desarrollar en mi mente un relato ficticio que os contaré más adelante. En Grenoble me he dado cuenta de lo importante que son las sonrisas. A parte del aspecto estético de la archiconocida metáfora de "tus dientes son como perlas" , que cualquier profesor de lengua castellana que se preste utilizará de ejemplo en sus clases de estilística, la sonrisa es una virtud.


Cuando alguien sonríe nos dice que está contento, que algo que hemos dicho le ha hecho gracia o simplemente sus neuronas han transmitido un impulso sináptico que en nuestro interior ha generado placer. Las hay de todo tipo : blancas, arqueadas, labiales, grandes, pequeñas, monótonas, educadas y sarcásticas entre muchas otras. Escalando el fuerte que preside Grenoble gracias al teleférico: sonrío. Hace muchísimo frío en lo alto de las montañas primas hermanas de los Alpes, pero mis amigos y yo nos reímos y nos calentamos. Tenemos almas viajeras y aventureras. Bajamos por grutas, resbalamos por los barrizales que llevaban a capillas que nunca vimos, comimos en medio del campo, caminamos por senderos inquebrantables y nos caímos como buenos exploradores; pero siempre con una sonrisa. Por eso cuando alguien nuevo que conozco no sonríe no me gusta. No me gusta que ante la expectativa de la novedad la gente se asuste o reine la desidia en su interior. No quiero que cuando te hable y haga una broma me mires con cara agria y antipática, sino que por educación uses una sonrisa. Sonreír es un verbo muy bonito y un piropo muy romántico. Como dijo el Abbé Pierre : una sonrisa es más barata que la luz eléctrica, pero ilumina lo mismo.




Fotografía : S e l l o CLICK