lunes, 27 de mayo de 2013

Raymone en una tarde lluviosa


Salgo del bar y voy sin rumbo fijo. A las nueve de la noche sale mi autobús y tengo el tiempo cronometrado para llegar a la estación a menos que algún viandante alcohólico o drogadicto me estorbe mientras que apresuro el paso. Absorto en mis pensamientos que tintinean con música doy a parar a un calle estrecha, un poco iluminada todavía por algún rayo perdido de Sol que se niega a apagarse. Huele a tabaco rubio y es un olor muy fuerte. Una anciana con aspecto de vagabunda fuma mientras que su mirada sigue mis pasos. Está vigilada por un mastín algo sucio pero con unos ojos que invitan a acariciarlo. Cualquier cosa menos pararte me digo a mi mismo. Justo lo contrario. Le silbo un poco al perro y el bonito cuadrúpedo reacciona enseguida y viene moviendo el rabo hacia mi. Mientras le rasco un poco las orejas llenas de pulgas leo el cartel en cartón y buena caligrafía que la mujer mayor vigila con un desdén taciturno : "I missed my last train in to Paris, I missed my husband too". Debe ser inglesa como mínimo. "Do you want some money?" alcanzo a decir. "No gracias, el amor no vale dinero". Me sonríe. Le sonrío. Y sin previo aviso iniciamos una conversación : 

- Me llamo Raymone y creo que te triplico la edad. Tengo una casa justo detrás de ese edificio de la derecha donde ahora mismo mi vecina Josianne está tratando de ligarse a ese fontanero que más que de urgencia ha venido por placer. Su marido no está en casa y creo que nadie sabe si volverá. Sin embargo seguro que cuando gire la llave de la puerta aparecerá de repente para decirme lo que le debo a la comunidad. Vivo en el primero, bajo de la señorita Delort, otra pobre anciana víctima del terrorismo sentimental de los hijos que no te quieren. De vez en cuando tomo café en su casa en unas tacitas de porcelana pintadas a mano que son igual de frágiles que ella. No me cuenta muchas cosas, prefiere no romper el silencio con absurdos llantos que la abocan a la más profunda desesperación. En el ático vive Clément, un estudiante que me recuerda un poco a ti pues los dos optáis por no cuidar vuestros cabellos y las greñas os invaden la frente cuanto menos de forma curiosa. Estudia para trabajar y luego trabajará para vivir salvo que una gran mujer adicta al vodka y a los cigarrillos Orné le haga revivir un poco de su letargo cáustico. Estudia documentación y comparte conmigo la afición por las telenovelas árabes que tan de moda se han puesto en estos últimos diez años. También intercambiamos libros de escritores afincados en el pasado, presente o futuro en la Places de Vosges puesto que la inspiración judeocristiana que hoy reina allí siempre obtiene buenos resultados literarios. También nos gusta el cine pero es un muy caro para incluirlo en los gastos de mi pensión.



En el cuarto piso vive la familia Duquenois. Dos hijos, padre y madre que siempre encuadran en etiquetas de familia perfecta. Pero la realidad de puertas para adentro es bien distinta. Más que perfecta, la familia es caótica. El padre huele verdaderamente mal desde hace un par de años : su sudor es amargo y no sé como lo produce porque es el portero de la finca y su tarea más física es sacar la basura mientras de fondo escucha algún tipo de música jazz. Su mujer trabaja de camarera justo en el restaurante que hay aquí bajo. Dice el chef de origen alsaciano que la quieren mucho y que es muy trabajadora. Algo corta de faldas y entendimiento, pero trabajadora. Los hijos estudian en La Martinière por enchufe. El padre se ha agenciado un par de veces a la secretaria entre citas de Victor Hugo y fórmulas de álgebra bajo los ojos del mismo Napoleón. El niño se llama Henri y es alto y guapo, pero cabezón y agrio. Nunca me saluda, piensa que estoy a parte de un poco sorda, ciega, pero mis ojos saben que hay algo oscuro detrás suyo. Seguro que en lo que tardas en escribir estas líneas le ha prendido fuego a la casa con su familia dentro por su adicción a los videojuegos que ahora mismo son el cáncer interno de esa familia. Helena es más simpática y agradable. Le gusta cocinar y de vez en cuando me baja algún pastel de dudosa procedencia el cuál digo siempre que probaré a la noche. Hasta la fecha él no se ha quejado me dice señalando a  mi amigo el mastín. De momento hay dos inmuebles todavía sin habitar y es en ellos donde yo creo que está mi marido vigilando si sigo viva. Tengo entre mis perlas y esmeraldas colombianas el manuscrito del siglo que me dejó mi auténtico amante parisino : son unos poemas en prosa sobre un viaje en transiberiano que van a revolucionar el mundo de las letras...Blaise me dijo que lo guardara en un sobre que está sin abrir y que el día antes de mi fallecimiento se lo diese a alguna persona de confianza. Es su última voluntad y así se hará.



Han pasado más de dos horas y yo he perdido a parte de la noción del tiempo mi transporte. Raymone me invita a su casa a dormir y entre temor y verguenza abro la puerta de un acogedora maison bastante amplia. Calienta un té negro con sabor a frutos del bosque mientras de debajo de un joyero me saca un sobre amarillento y algo carcomido. Me lo entrega. Y me vuelve a hablar :

-Algo me dice que eres tú quien debe abrirlo.
-No por favor, no creo que deba hacerlo...
Venga hombre, seguro que son solo cuatro versos mal rimados y una foto de nosotros hecha por nuestro amigo Irving. 

El sobre gruñe y grita mientras los destapo. Mis dedos alcanzan a tocar solo una hoja bien plegada donde efectivamente, enganchada con un clip, hay una foto en blanco y negro :

El transiberiano me espera con notas inspiradoras. Voy con Albert, mi editor, que después de que acabe la estancia publicará un libro en todas las lenguas menos en la nuestra. Quiero que en tu último día no escuches mis pensamientos barajados en líneas desordenadas, sino dos palabras con apóstrofe incluido : 

je t'aime




Fotos sello CLICK

miércoles, 22 de mayo de 2013

V E R S A L L E S nunca dejó de quererme

Nos veíamos por segunda vez, Versailles y yo; de visita obligada con bocadillo de pisto vegetal incluido si estás de paso por París. Siempre que veo su famosa reja dorada mil y un personajes de la aristocracia francesa golpean las puertas de mi imaginación y más ahora después de haber visto en directo el musical 1789 : Les amants de la Bastille con una banda sonora que deleitará seguro vuestros tímpanos fundidos por noches de música electrónica. La visita de turno no ofrecía grandes posibilidades de observación del arte y el mobiliario de la época puesto que los 500 guerreros modernos de terrakota estaba muy alerta y a cada paso que dábamos nos cegaban con su inmensos flashes de cámaras asiáticas de gran calidad. Así que con prisa fuimos a reparar en el increíble salón de los espejos para mirarnos una vez más entre gotas de sudor y amigos coreanos. Salimos a tomar el aire y respirar con los jardines de fondo. El atardecer despunta y juega con las sombras de las estatuas que seguro algún día vieron con los ojos que me ven a mi, como Maria Antonieta y Luis XVI paseaban obsoletos y desconcertados una mañana de julio. Hace un día perfecto para pedir helados perfumados de fresa y nata acompañados con galletas con trozos de chocolate fundido por el carro rabioso de Apolo que nos mira con envidia.


La última parada es en la pequeña aldea de la caprichosa Maria Antonieta que por poco nos cuesta un accidente acceder a ella. Ávidos y ágiles, pues jóvenes somos, escalamos un pequeño muro para que mis amigos pudiesen disfrutar del art nouveau campestre con el que muchas brujas sueñan con el fin de  atraer a niños golosos que después cocinarán al horno. Han ido a parar con buenos elementos, me digo a mi mismo mientras todavía tengo en el estómago un sabor fresco y dulce. No hay vigilancia, no hay policia rural que nos advierta y nos prohiba hacer nada. Saltamos, subimos escaleras de dudosa estabilidad y nos hacemos fotos para rematar un día y a un castillo que estoy seguro nunca dejará de quererme. Por cierto, tanto Inés como yo llevamos en estas maravillosas instantáneas ropa adquirida en Vintage Kilo SHOP (128, Boulevard Saint-Germain-des-Près) una tienda genial que seguro se adapta a vuestra medida. 





FOTOS S e l l o CLICK

http://clickstantanea.tumblr.com/

domingo, 12 de mayo de 2013

en París hay una torre

A veces me pregunto si los niños que viven cerca de mi barrio y que juegan a la pelota al lado del monumento de La Fontaine advierten de su presencia. Creo que es el monumento que mejor posa, el que admite fotografías desde todos los ángulos y que mejor aguanta el temporal. Me hizo gracia que justo el día de nuestra partida, el 6 de mayo, fuera el mismo en que allá por el 1889 el monstruo de acero más hortera del momento se terminase de construir. Menuda Exposición Universal le dieron al pobre Gustave Eiffel que para mí no era más que un moderno avanzado a su tiempo. El souvenir más regalado, la estampa más deseada de París posó radiante esta vez con una barrio de la terreta muy presente (segundo capítulo de la sudadera viajera made in Santo Spirito Vintage) y unos llaveros que pronto llegarán a sus destinatarios. 



    Dans Paris il y a une rue;
    Dans cette rue il y a une maison;
    Dans cette maison il y a un escalier;
    Dans cet escalier il y a une chambre;
    Dans cette chambre il y a une table;
    Sur cette table il y a un tapis;
    Sur ce tapis il y a une cage;
    Dans cette cage il y a un nid;
    Dans ce nid il y a un œuf,
    Dans cet œuf il y a un oiseau.


    L'oiseau renversa l'œuf;
    L'œuf renversa le nid;
    Le nid renversa la cage;
    La cage renversa le tapis;
    Le tapis renversa la table;
    La table renversa la chambre;
    La chambre renversa l'escalier;
    L'escalier renversa la maison;
    la maison renversa la rue; 
    la rue renversa la ville de Paris.

    Paul Éluard


Fotos C l i c k

miércoles, 8 de mayo de 2013

Paris in my bones

Todo estaba donde lo dejé. Mi casa en el 23 del Boulevard Suchet, la Tour Eiffel en Trocadéro, la tumba de Napoleón bien pulida y encerada en la Iglesia del Dôme, los cafés de Flore y les Deux Magots llenos hasta la bandera y el Sena tan sucio como siempre. Qué bonito es París, llueva o haga sol. Sus calles, sus fincas, sus avenidas diseñadas a la perfección por el barón Haussman, sus habitantes tan elegantes, sus señoras mayores con boinas de Gautier; todo brilla en la capital francesa, todas las comidas saben bien, todos los perfumes huelen mejor. Pocos sitios me faltaban por visitar, pocos museos son desconocidos para mi. Pero París no se acaba nunca. Así que empeñados en hacer cosas nuevas nos fuimos al Museo de Historia Natural en el Jardin des Plantes donde se alberga una colección fantástica de réplicas de animales y dinosaurios a escala real.



Entre estos residuos de carbonato cálcico hay ballenas gigantes, un narval, mil y un monos de la selva y el famoso Rinoceronte de Versalles. Aparte de su tamaño, su historia es tan digna como catastrófica. El pobre animal capricho de María Antonieta fue asesinado por un golpe se sable durantes la revolución de 1789 y a duras penas y con mucho valor caminó desde Versalles para morir tranquilamente cerca del botánico reconvertido hoy en museo. Carambolesca muerte y posteridad. A parte de la anécdota, este museo crujía bajos mis pasos, mientas que en mi cabeza sonaba todo el rato "Bones" de The Killers que suena así : 

Don't you wanna come with me? Don't you wanna feel my bones
on your bones?
It's only natural.
Don’t you wanna swim with me? Don’t you wanna feel my skin
on your skin?
It's only natural.



FOTOS : S e l l o C L I C K (pincha en Click y sorpresa)