domingo, 7 de abril de 2013

Grenoble sonríe


Las ruedas metálicas del tren gritaban y lloraban mientras me decían adiós. Llegué tarde a la estación por un mísero minuto y nadie me ayudó a recomponer mi estado descafeinado. Me senté en la sala de espera de la estación al lado de un pobre vagabundo que dormía mientras los pasajeros, ajenos a su estado, bebían los primeros tés de la mañana. El inesperado ataque de epilepsia de un hombre me despierta de mi duermevela. No quiero verlo, ni oírlo. Sus convulsiones me hacen mucho daño, pues me recuerdan que mi abuelo, años atrás, hacía temblar a toda mi familia con una sola vibración nerviosa. La mente me ayuda a cambiar de plano temático y me lleva a otra sala de espera, la de mi dentista. El amargo dolor de las caries bien hundidas y asentadas en mis molares de leche me hicieron dar un vuelco a la imaginación para desarrollar en mi mente un relato ficticio que os contaré más adelante. En Grenoble me he dado cuenta de lo importante que son las sonrisas. A parte del aspecto estético de la archiconocida metáfora de "tus dientes son como perlas" , que cualquier profesor de lengua castellana que se preste utilizará de ejemplo en sus clases de estilística, la sonrisa es una virtud.


Cuando alguien sonríe nos dice que está contento, que algo que hemos dicho le ha hecho gracia o simplemente sus neuronas han transmitido un impulso sináptico que en nuestro interior ha generado placer. Las hay de todo tipo : blancas, arqueadas, labiales, grandes, pequeñas, monótonas, educadas y sarcásticas entre muchas otras. Escalando el fuerte que preside Grenoble gracias al teleférico: sonrío. Hace muchísimo frío en lo alto de las montañas primas hermanas de los Alpes, pero mis amigos y yo nos reímos y nos calentamos. Tenemos almas viajeras y aventureras. Bajamos por grutas, resbalamos por los barrizales que llevaban a capillas que nunca vimos, comimos en medio del campo, caminamos por senderos inquebrantables y nos caímos como buenos exploradores; pero siempre con una sonrisa. Por eso cuando alguien nuevo que conozco no sonríe no me gusta. No me gusta que ante la expectativa de la novedad la gente se asuste o reine la desidia en su interior. No quiero que cuando te hable y haga una broma me mires con cara agria y antipática, sino que por educación uses una sonrisa. Sonreír es un verbo muy bonito y un piropo muy romántico. Como dijo el Abbé Pierre : una sonrisa es más barata que la luz eléctrica, pero ilumina lo mismo.




Fotografía : S e l l o CLICK

3 comentarios:

  1. Muy original el blog y muy diferente, sigo leyendo, me puede la curiosidad.
    pulserasatame.blogspot.com

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  2. Gracias por tu visita. La pulsera son 17 euros,(este mes lleva el descuento 5% incorporado), Gastos de envío incluidos, se envían a cualquier parte, preparados para regalo.
    La sonrisa ilumina lo que la luz eléctrica no puede, da luz a los sentimientos y a la oscuridad que a veces se apodera del alma.
    besín

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